Los sistemas de labranza conservacionista del suelo y la siembra directa ofrecen numerosas ventajas que no pueden ser obtenidas con la labranza intensiva. Estas ventajas han sido resumidas de la siguiente forma:
- Necesidades menores de mano de obra
- Economía de tiempo
- Menor desgaste de la maquinaria
- Economía de combustible
- Aumento de la productividad a largo plazo
- Mejoramiento de la calidad del agua superficial
- Disminución de la erosión
- Mayor retención de humedad
- Aumento de la infiltración de agua en el suelo
- Disminución de la compactación del suelo
- Mejoramiento de la estructura del suelo
- Aumento de la vida silvestre
- Menor emisión de gas carbónico a la atmósfera
- Reducción de la polución del aire.
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